Las manias, tics o compulsiones son repeticiones integradas en nuestra vida que de alguna manera aún sabiendo su “sin sentido” no podemos dejar de emitirlas. Es como si hubiese una catástrofe, nos persiguiese la mala suerte o multitud de conexiones sin lógica aparente sobre lo que nos depara el destino.

Todas residen en el área inconsciente de nuestro cerebro. Por ese motivo se escapan a nuestro control pero sí tienen el poder de aportarnos un mágico alivio condicionando nuestra manera de funcionar en el día a día.

 

Ejemplo de rituales puede ser ponernos un traje beige porque con el azul nos pusimos nerviosos la última vez en la entrevista (dotándole al traje beige un poder mágico de “Con este irá bien”, lavarnos las manos continuamente para no atraer enfermedades; cerrando las llaves de seguridad, las puertas, comprobando 10 veces que las hemos dejado cerradas, conseguir un orden perfecto en los zapatos, alimentos del frigorífico y un largo etcétera, etcétera de permutaciones. Una de sus procedencias viene por supersticiones simples que se convierten en rituales elaborados: echarnos sal por encima o no pasar por debajo de una escalera, tocar madera de manera puntual para llamar a la buena suerte se convierten en rituales integrados y complejos como por ejemplo tocar todo lo que esté hecho de madera a mi alrededor y u número exacto de veces, si me equivoco , vuelvo a empezar y se convierte en: Impensable dejar de hacerlo porque tendría consecuencias desastrosos y la repetición nos da sensación de seguridad y calma, control de la incertidumbre, al menos a corto plazo.

 

Generalmente hay pensamientos (mirar pensamientos negativos, obsesiones, preocupaciones), obsesiones detrás de estos comportamientos aparentemente inofensivos.

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¿Cómo se trata?

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El proceso terapéutico se trata de canalizar la ansiedad que produce “no realizar el ritual” por técnicas o instrucciones internas de comunicación con la parte que no atiende a esta lógica. SE ha demostrado que las conexiones entre los dos hemisferios está debilitado. Las técnicas de tercera generación ayudan a estimular esta conexión.