La pérdida de un ser querido ya sea por muerte o por separación es difícil de llevar pero el cerebro del ser humano está preparado para ello; Aún así, algunas veces, por alguna razón, la tristeza y rabia, el dolor profundo no es capaz de conseguir una aceptación sana de esa realidad fatal que la vida nos presentó. A veces pasa que ese dolor profundo no nos deja continuar con nuestra vida cotidiana percibiendo el mundo como “un antes y un después”.

 

Pasa que antes de irse ese ser querido, la relación no era fácil lo cual añade culpa, miedo, ansiedad al proceso de duelo. También podría se que el proceso de “irse” haya sido demasiado lento y traumático o demasiado rápido e inesperado.

 

La resistencia de la persona a sobrellevar la pérdida puede venir asociada a “un deber” de permanecer en el sufrimiento porque es la forma que hemos aprendido de amar, en otras ocasiones es un sentimiento de soledad intenso que nos deja ese vacío que nos vemos incapaces de dar un paso por nosotros mismos.

 

Las causas puede haber tantas como personas, lo importante es identificar que cuando ha pasado más de 8 meses, miramos atrás y no hay avance en el proceso de duelo alertar con una acción de ayuda.

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¿Cómo se trata?

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En estos casos hay que iniciar un proceso de duelo que es un permitir en nuestro cerebro la marcha de esa persona, animal o incluso podría tratarse de un lugar que añoramos y nos cuesta permanecer lejos. En cualquier caso es convertir la NO ACEPTACIÓN de pérdida en un RECUERDO CALMADO de aquel que se nos fue.